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En el París de 1985, François Grimbert de 40 años, es un taciturno psicólogo de niños autistas. Una llamada de su madre en la que le comunica que su padre ha salido a caminar sin rumbo fijo, despierta recuerdos dormidos de su infancia y adolescencia. A los diez años, François es un niño enclenque, enfermizo, solitario, introvertido y poco inclinado al deporte. A su vez, está convencido de ser una permanente fuente de desilusión para Maxime, su padre, un gimnasta atlético y seductor y su bellísima y atractiva madre, Tania, una ex modelo y campeona de natación.
